martes, 11 de junio de 2013

JALÓN DE OREJAS PARA CATÓLICOS

Hace poco en EWTN durante el programa “Regreso a Casa” en donde varios conversos al catolicismo venidos del protestantismo y otras denominaciones cristianas dan su testimonio, me toco escuchar algo que una ex-metodista decía:

“El principal problema por el que no comprendí el catolicismo era por los datos erróneos que los mismos católicos me daban sobre la Iglesia, ¡No conocían la FE que decían practicar!, fue hasta que apareció un católico instruido que me mostró el catecismo y me pidió disculpas por todos aquellos católicos que no conocían su Fe y me decían cosas que la Iglesia NO enseñaba, que comprendí la necesidad de verificar lo que realmente enseña la Iglesia Católica en su doctrina.”

Esto me pone a pensar en la cantidad de ciegos que tratan de ser guías de otros ciegos, de como la ignorancia se vuelve cotidianidad en el católico común, llevándonos a un confort que atrapa a buenos corazones y los hace ociosos ante la necesidad de aprender, de estudiar y de formar verdaderos creyentes conocedores de la doctrina que dicen creer. (Y de pilón nos hace sacar como excusa el que supuestamente Dios prefiere a los ignorantes… algo TOTALMENTE FALSO, Pues la humildad nada tiene que ver con la Ignorancia.)

No es solo la “buena fe” (buena intención) la que hace al Apóstol, sino el cumplimiento de aquello que nos dice la Escritura: “Dios quiere que todos se salven y que lleguen al CONOCIMIENTO de la Verdad”. Pero para llegar a esta realidad hace falta necesariamente el estudio y la dedicación a una oración real, que nazca de la necesidad de Dios, de conocer a Dios y de entender que es en sí aquello que llamamos “doctrina”.

A menudo (y no lo podemos negar), muchos Católicos caminan con ganas y buena intención rumbo a la batalla que implica el ser evangelizadores, pero también es constante el punto aquel en el que dichos hermanos en la Fe carecen de conocimientos reales de lo que la Iglesia enseña. Se fundamentan en devociones personales, testimonios, revelaciones privadas, comentarios y “buena fe” de otros católicos, pero sin adentrarse en aquello que parece tan lejano o pieza de museo; “El Magisterio de la Iglesia”. Nos perdemos de la riqueza que implica la enseñanza Magisterial de la Iglesia.

Estamos literalmente “em-Papados” (es decir emocionados, somos fans del Papa, etc.) pero raramente conocemos lo que realmente enseñan los Papas a través de las Enciclicas y demás Documentos que conforman su enseñanza. Citamos muy seguido a Tomas de Aquino, a San Agustín, a los Padres de la Iglesia. ¡Sin haber leído realmente alguna de sus obras! (Hay expertos en la Suma Teológica de Tomas de Aquino que no han leído dicha obra y solo sacan citas a la carta para fundamentar sus argumentos). Dicho sea de paso, tenemos la obligación de reconocer que el católico de hoy en día tiene muchas ganas de ser un emulo de San Pablo o San Pedro, pero no se da a la tarea de prepararse adecuadamente, y lo que es peor, se enoja cuando se le corrige y se le invita a Estudiar.

Los católicos, hermanitos míos somos antes que nada participantes de un discipulado permanente, que se establece en la constate escucha de lo que la Iglesia “Columna y fundamento de la Verdad” nos indica. El Catecismo, los documentos del Magisterio, las grandes Obras de los Padres de la Iglesia, Santos y Doctores son una guía real de aquello que nos nutre y nos marca la ruta segura de una Ortodoxia de la fe que nos reclama.

En fin. “Señor; que no seamos sordos a tu voz”. Si decimos creer en algo, seamos coherentes y pongamos manos a la obra. El Católico tiene la obligación de estudiar y adentrarse en el misterio de la Fe no solo con buenas intenciones, si no con el corazón y la razón de la mano.
 
Tal como fue publicado en:
 https://www.facebook.com/Catolicosfirmesensufe/posts/606672569366296
 

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